
-Alex, lo siento.- susurré, lo justo para que me oyera.
-No pasa nada, no ha sido culpa tuya, tendría que haberme quedado…
-Por esto, y por todo. Por no haberte avisado, por haber escondido la realidad, por el simple hecho de haber venido. Por no tenerte preparado, por no agradecerte todo lo que has hecho, por sentir esto por ti…
-No se a donde quieres llegar.
-¿Recuerdas el día que te mandé un mensaje para preguntarte si podía venir con vosotros? El mismo día que llegamos aquí. Probablemente no estaría en estos momentos contándote esto si ese día no hubiera cambiado mi vida de la manera en que lo hizo. Estoy enferma Alex, me han detectado cáncer de estómago, pero es demasiado tarde. Ya no hay solución, ya no hay vuelta atrás. Quería escapar de todas las personas importantes para mí para no hacerlas sufrir, pero en vez de eso he encontrado otra, con la que juro, quiero pasar el resto de mi vida con ella.- intenté sonreír para darle ánimos ya que parecía que todo esto le estaba viniendo realmente grande.
Después de un largo silencio lleno de dudas y sentimientos preguntó:
-Y… ¿de cuánto tiempo estamos hablando?- se mordió el labio inferior.
-De dos meses hace exactamente mes y medio.
Cualquier atisbo de esperanza que hubiera habido en su mirada desapareció sin dejar huella. Cerró los ojos y respiró entrecortadamente intentando calmarse, procurando no romperse delante de mí. Cuando su respiración se relajó lo suficiente, buscó hueco en la cama y se tumbó a mi lado, apoyando su cabeza en mi pecho, como un niño. Le acaricié el pelo y los dos lloramos en silencio.
Desperté de golpe a las tres de la mañana al sentir una mirada clavada en mí. Alex me contemplaba con los ojos brillantes y rojos de haber llorado. Le acaricié la mejilla, todavía húmeda y colocó su mano sobre
-¡LISA! ¡Lisa mírame! No me hagas esto, mierda, MÍRAME.
Sentía como Alex zarandeaba mi cuerpo inmóvil desesperado por encontrar un resquicio de vida en él. Le oí llorar, gritar, jurar. La rabia inundaba sus palabras mientras hablaba atropelladamente con el hospital por teléfono. Me sostuvo entre sus brazos mientras susurraba una y otra vez
-Todo va a salir bien, todo va a salir bien…
Creo que dijo eso, sinceramente no se si fue solo un sueño, o simples alucinaciones porque escuchando el eco de sus palabras me abandoné inevitablemente a la inconsciencia que venía a llevarme con ella a una, quizá, fantasía infinita y eterna.


