
Pasa por tu lado y vuestros ojos se encuentran. En ese momento todo empieza a dar vueltas. Muy poco a poco. No hay suelo bajo tus pies y te sientes desnuda ante esa verde mirada. Adviertes que tus rodillas empiezan a temblar y experimentas un leve mareo seguido de un sudor frío que perla tu frente. Te gustaría gritarle que parara, que dejara de hacer eso. Pero no puedes. Tan solo puedes esperar a que él aparte la mirada.